4/30/2009

Underground Chronicles. Capitulo II: La pubertad



¡Vaya si ha pasado el tiempo!... en la primavera del 2003 estaba por concluir los dulces dieciséis, y ya entonces comenzaba a volverme loco por el estilo de aquellos sujetos atrapados en la opera prima de Frank Roddam; el "Who's Better Who's Best" sonaba y sonaba en el viejo reproductor de mi abuela y la loca idea de escribir un fanzine seguía devorándome. Finalmente fui engullido y unos días antes de año nuevo la criatura abrió los ojos y hecho a llorar.

¿Y luego?...

Y luego nada, que salio a pasear. Fue a un par de conciertos, algunas fiestas y después tomo un año sabático.

Mientras tanto me dedique a vagar, a aprender las artes del rastreo de discos, la degustación del R&B Britanico, Frat Rock y Garage, la apreciación de Ero Aarnio, Andy Warhol y Roy Lichtenstein. Pasaba mis fines de semana buscando corbatas estrechas y una Parka a la cual colgar muchos parches. Paul Weller y sus aventuras juveniles me deslumbraron, the Yardbirds era para entonces mi grupo favorito, el amor llego a mi puerta y así, sin más, me encontraba una vez frente al monitor, escribiendo.


Para entonces ya tenia mas idea de por donde iba la cosa y cual era el resultado que deseaba conseguir. Iba a comenzar desde cero, eso estaba claro, ya no era el mismo. Todo había cambiado. Pero de cualquier modo el pasado y el presente se mezclaban en un bonito collage con retazos del número anterior (Northern Soul), parches de música jamaicana (Laurel Aitken), remiendos a los viejos artículos (Mods!) y un gran lienzo de tela blanca (Questionmark & the Mysterians, Plastic Penny y Los Peyotes) completamente desconocido hasta entonces.

Un poco ecléctico, pero eso si, muy Mod (o por lo menos eso es lo que pensaba entonces).

Apareció en imprenta (otra novedad para el momento) con una preciosa portada y una composición familiar, a ver si de ese modo alguien nos recordaba (pero de hecho creo que no paso). Se imprimieron 300 y tantas copias, acompañadas de un coqueto CD compilado con un montón de rarezas de R&B bicolor (curioso, considerando que es un numero un tanto garagero) que tardaron casi dos años en salir de esa caja que tanto estorbaba en mi habitación. Por supuesto hicimos fiesta, un bautizo rodeado de amigos y curiosos donde tocaron algunas bandas locales, la mas rescatable: Los Muertos, un ya legendario combo de Garage que cuando la concentración del Cannabis hacia estragos en sus cuerpos dejaban escapar un par de sesiones impecables. ¿Low-Fi Jazz?... vaya usted a saber pero fue inolvidable.

Y aunque este es el segundo capitulo, digamos que fue el principio de todo...






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